Me gusta ver bailar las luces de Madrid en el silencio de la noche. Son las 5:15 de la madrugada del sábado cuando comienzo a subir por la senda que arranca en el Collado de Quebrantaherraduras; quiero llegar a La Maliciosa y ver amanecer desde arriba. Me da la sensación de que, esta madrugada, la sierra de Los Porrones está especialmente silenciosa. Avanzo por el bosque viendo una Luna menguante que tímidamente asoma entre las copas de unos absurdos cipreses. Me gusta ver bailar las luces de Cerceda, Moral y Manza en el silencio de la noche… y pasadas las 6 hago una parada para llevarme el momento y un par de fotos. Hace frío y comienza a soplar una ligera brisa, miro el reloj, son las 7:20 de la mañana. Alcanzo el Collado de las Vacas y emprendo la última subida. La brisa se ha transformado en fuerte viento y la temperatura ronda los 0ºC. Puntual a su cita asoma el primer rayo de Sol por el horizonte a las 7:56… cinco minutos antes he dado el enésimo abrazo al vértice de La Maliciosa con la emoción de siempre. En la ladera segoviana hay niebla. Me refugio del viento, saco alguna foto y bebo té, luego bajo hacia el Collado del Piornal para continuar la ruta por la orilla del Manzanares, el Collado de Los Pastores y vuelta a Los Porrones. A las 11:00 estoy en casa, radiante, feliz… —¿Papá, dónde estabas? —Salí temprano, quería traeros una estrella…
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