Un edredón de nubes que tapa los pies de La Pedriza
y acaricia sus paredes húmedas,
sus rocas de abril.
Una Luna que juega al escondite entre otras nubes,
mientras Marte y Saturno “se la ligan”,
cercanos y luminosos,
en esta madrugada azul y gris.
Pisadas secas que cortan el silencio,
y abren la senda que sube a Los Porrones
para contemplar el pueblo dormido
tapado con su edredón suave
de algodón efímero y tardecita de paseo.
Un rayo de Sol que se escapa,
solo uno,
que atraviesa el cordal para decirte al oído:
“El mundo ganaría mucho si supieras
en qué fase se encuentra la Luna,
a qué huelen las estrellas,
cómo calienta el primer rayo de Sol,
deja de mirarte los pies.”
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